miércoles, 12 de agosto de 2015

La flor de la zanahoria

Me habían embrujado
no podía dejar de mirar la flor de la zanahoria:
       la flor en la flor de la flor.
Pero no, no era así como lo digo
no era un sentimiento espiralado fractálico místico
más bien una sorpresa aniñada
porque ahí abajo crecía esa hortaliza tan rica...
y ahí arriba esa flor tan bella...
y ahí arriba yo que
recién me enteraba de esto.

Mi amiga, quien la plantó, me lo había dicho:
y que la flor de la cebolla que la de la papa que la del cerezo.
El morfi y las flores en equipo, decía.
Le comenté que muchos poetas mencionan al cerezo.
Estalló como un globo:
se fue inflando a carcajadas
y luego paf, cayó al pasto.
Los poetas y la flor del cerezo
los po-e-tas y la flor      del cerezo
los poetas y LA flor      del cerezo
repetía, burlona.

Tardé en entender su alegría:
al decir -eso- de los poetas
mi cara seguramente tomó forma de maestro ciruela
o más bien de banana.

Aguante la flor de la zanahoria
             ella
Aguante el jacarandá
             yo
Aguante mi albahaca
             ella
Aguanten esas flores rosas en la 9 de julio
             yo
Aguanten mis morrones, aguante mi huerta loco
estás acá ¿qué jacarandá? ¿qué 9 de julio?
¿qué cerezo?, estás acá
aguante la flor de la zanahoria, mirala mirame mirala mirate ¡mirá!
            y reía, como bruja reía.